Con el cambio de estación y las múltiples variaciones atmosféricas que encontramos durante la primavera, nuestra piel sufre y se encuentra mucho más sensible. Además, tras haber pasado todo el invierno bajo capas y capas de ropa, también deberemos ser conscientes de preparar nuestra piel para los primeros rayos de sol.
Una de las claves para mantener la belleza y la salud de nuestro rostro es la alimentación. Una dieta rica en vitaminas para primavera, ácidos grasos esenciales y, además, cargada de frutas y verduras, nos permitirá absorber todo aquello que nuestra piel necesita desde dentro.
Lo que tu piel necesita
Vitamina E. Necesaria para mostrar y mantener un rostro muy luminoso. Los frutos secos son muy ricos en vitamina E y se aconseja añadirlos a nuestra dieta rica en vitaminas para primavera y consumirlos de forma regular. Conseguiremos un rostro más terso y elástico, con una piel bien estructurada.
Vitamina A. Es perfecta para prevenir el envejecimiento de la piel, ya que frena la acción de los radicales libres. Las verduras y frutas de color amarillo y anaranjado son ricas en esta vitamina, también las verduras de hoja verde.
Vitamina C. Esencial para conseguir una buena producción de colágeno y una adecuada cicatrización. Nuestra piel se deteriorará mucho más despacio si consumimos productos como naranjas, limones, espinacas, kiwis, frambuesas, pimientos rojos y brécol.
Avena. Es estupenda para aliviar las irritaciones de la piel seca y los eczemas. Se puede consumir en agua, en cereal o fabricar una mascarilla casera a base de avena y miel.
Zanahoria. Es un vegetal muy rico en vitaminas, sobre todo las de clase A, C y E y tiene como ventaja que se puede consumir durante todo el año. Con los primeros rayos del sol, la zanahoria es básica en nuestra dieta, ya que nos ayuda a proteger nuestra piel, a hidratarla y a broncearla.
Omega 3. Los alimentos ricos en estos aceites esenciales nos proporcionan una mayor elasticidad en nuestra piel y previene su envejecimiento prematuro. El pescado azul y los frutos secos, como las nueces y las almendras, tienen un elevado contenido de estas grasas poli insaturadas tan beneficiosas.
