Todos sabemos que la alimentación se debe de cuidar en cualquier etapa de nuestra vida, pero, sin lugar a duda, los niños y los más mayores son los que requieren una mayor atención. Recordad que no sólo se ha de controlar la dieta para conseguir una buena nutrición, sino también tenemos que prestar atención al ejercicio físico.
En este caso vamos a centrarnos en los más mayores para conseguir que nuestros más adorables seres estén fuertes como un roble o, al menos, lo más sanos posible. A esa edad hay más problemas de padecer anemia, hipertensión, diabetes, etc. Pero la clave está en una alimentación sana y equilibrada, las visitas continuas al médico para llevar un control de la salud y la práctica moderada de ejercicio leve.
Es muy frecuente encontrarnos a nuestros mayores un tanto decaídos, sin ganas de moverse del sillón y con poca vitalidad. Para evitar esto, la familia debe de prestarles atención dándoles la importancia y atención que necesitan, y esto significa estar con ellos en los momentos más cuotidianos, para controlar así, también, sus actividades. Por ejemplo, ejercicio moderado y muy beneficioso para ellos es acompañarlos a hacer la compra en vez de no molestarlos yendo nosotros a comprar. También cocinar con ellos, de vez en cuando, nos ayudará a observar los alimentos que comen y a rectificarlos siempre que lo consideremos conveniente, además el hecho de cocinarse ellos y no los familiares les ayuda también a ejercitar la mente.
Hay que cuidar especialmente la alimentación en la tercera edad. Se debe de reducir las calorías en la dieta, ya que a medida que envejecemos tenemos menor actividad física. No deben de faltar los distintos tipos de cereales como arroz, pan, pasta… ya que estos alimentos con gran aporte de fibra ayudarán a mantener un buen funcionamiento intestinal y a reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con el corazón o la diabetes. En cuanto a carnes, mejor las blancas que las rojas, por ejemplo carne de pavo o de pollo. Para evitar el colesterol, se debe de prescindir o reducir los fritos, así como el café o el alcohol. Los embutidos, sólo de forma excepcional, de la misma manera que la bollería industrial. Y como a todas las edades, beber al menos dos litros de agua al día, reducir la sal y potenciar las verduras, las frutas y los pescados. Ampliar el consumo de lácteos, en esta etapa, es muy importante para reducir el riesgo de la osteoporosis.
En definitiva, nunca es demasiado tarde para cambiar los hábitos negativos y potenciar los saludables para mejorar, así, la salud. Porque, ¿qué hay más bonito que saber envejecer?